Seguro que estarán de acuerdo conmigo que más que mantener a un “bicho” a raya, crónico, lo deseable sería eliminarlo completamente, ¿verdad? Pues bien, un hilo de luz, en este sentido, sobrevuela una de las plagas con mayor calado emocional de finales del siglo XX y lo que llevamos del XXI: el Sida.
Uno de los problemas más serios a la hora de considerar las terapias antirretrovirales contra el VIH, el virus del Sida, es la capacidad que tiene el patógeno de permanecer en latencia, en silencio, en el interior de algunas células…
La latencia proviral –el virus permanece en silencio, que no silenciado- impide la lucha final efectiva contra el VIH. Indudablemente, conseguir la expresión –o reexpresión- de los genes de este lentivirus dentro de los linfocitos T CD4 –encargados de regular la respuesta inmune específica- representa una estrategia decisiva para la erradicación definitiva del patógeno del interior de un paciente. En este sentido, un grupo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y los laboratorios Merck, entre otras instituciones estadounidenses, acaban de publicar en Nature cómo un inhibidor de la enzima histona deacetilasa conocido como Vorinostat (VOR) ha sido capaz de revertir el estado de latencia del VIH en pacientes que estaban sometidos a terapia antirretroviral. Previamente se había conseguido en estudios in vitro, en cultivos celulares, pero con este nuevo ensayo sobre pacientes infectados se abre un camino ancho en la posible terapia definitiva contra el Sida.
En el ensayo se aislaron los linfocitos CD4 de pacientes cuya viremia había sido totalmente suprimida con terapia estándar antirretroviral, estudiándose el efecto del VOR sobre la latencia del virus en estas células –reservorio viral-. En cada uno de los ocho pacientes estudiados, una dosis simple del fármaco aumentó la expresión del ARN del VIH cerca de cinco veces, haciéndolo visible y, por ello, susceptible de ser abordado por las terapias antirretrovirales.
Por supuesto, los científicos no quieren hablar del traslado a una terapia rutinaria en un plazo de tiempo corto, pero sí apuntan que estamos ante un primer paso –de gigante- al probar que estos inhibidores enzimáticos como el VOR, cuyo nombre técnico es Ácido Hidroxámico Suberoilanilida, son efectivos en clínica y permiten hacer visible a un virus escurridizo.
Lógicamente, quedan muchas incógnitas y retos por superar, como por ejemplo intentar llegar hasta el virus no solo en los linfocitos T CD4, sino en todos y cada uno de sus reservorios o nichos de infección, como el propio sistema nervioso central. Pero vamos por el buen camino…