Los seres vivos
necesitan de un consumo constante de energía, que las células emplean en
forma de energía química. La respiración celular, proceso utilizado por
la mayoría de las células animales y vegetales, es la degradación de
biomoléculas (glucosa, lípidos, proteínas) para que se produzca la
liberación de energía necesaria, y así el organismo pueda cumplir con
sus funciones vitales. Mediante la degradación de la glucosa
(glucólisis) se forma ácido pirúvico. Este ácido se desdobla a dióxido
de carbono y agua, generándose 36 moléculas de ATP. La
respiración celular es una parte del metabolismo, más precisamente del
catabolismo, en la cual la energía presente en distintas biomoléculas es
liberada de manera controlada. Durante la respiración, parte de esa
energía es utilizada para sintetizar (fabricar) ATP, que a su vez es
empleado en el mantenimiento y desarrollo del organismo (anabolismo). La
respiración celular es un proceso mediante el cual las células de los
organismos oxidan nutrientes de los alimentos para que liberen energía.
Como resultado, el carbono presente en dichos nutrientes queda oxidado,
es decir, se transforma en dióxido de carbono que es eliminado por medio
de la respiración a la atmósfera. Para
que se realice la respiración celular es fundamental la presencia de
oxígeno (respiración aeróbica). Los animales lo toman de la atmósfera a
través de órganos especializados (pulmones, branquias). Los vegetales lo
hacen mediante un aparato denominado estomas, ubicados en las hojas y
que será explicado más adelante. La
respiración se efectúa durante las 24 horas. La cantidad de oxígeno que
los vegetales absorben de la atmósfera a raíz del proceso respiratorio
es menor que la que desprenden al efectuar la fotosíntesis, y el dióxido
de carbono que desprenden también es menor a la cantidad que absorben.
Durante la noche, momento en que los vegetales no realizan la fotosíntesis, ocurre lo contrario. Mientras
que la fotosíntesis provee los hidratos de carbono necesarios para las
plantas, la respiración celular es el proceso donde la energía contenida
en esos hidratos de carbono es liberada de manera controlada. En la
respiración aeróbica, la degradación de glucosa comprende una serie de
reacciones.
La respiración
celular se lleva a cabo dentro de las mitocondrias, pequeños organelos
ubicados en el citoplasma de las células vegetales y animales. Estas
estructuras, de forma oblonga y aplastada, procesan el oxígeno y
convierten a los carbohidratos, ácidos grasos y proteínas de los
alimentos en energía.
La respiración celular puede dividirse en dos tipos, según sea la presencia de oxígeno.
-Respiración aerobia o aeróbica: hace uso del O2 como aceptor último de los electrones desprendidos de las sustancias orgánicas. Es la forma más extendida de respiración, propia de la mayoría de las bacterias y de los organismos eucariotas. Es por ello que a los seres que requieren de oxígeno se los llama aerobios.
-Respiración anaerobia o anaeróbica: no interviene el oxígeno, sino que se emplean otros aceptores finales de electrones, generalmente minerales. La respiración anaeróbica está presente en algunos organismos procariotas, en general habitantes de suelos y sedimentos, y de vital importancia en los ciclos biogeoquímicos de los elementos. Al no requerir de oxígeno se los denomina anaerobios. Algunas especies de bacterias, denominadas facultativas, se adaptan y sobreviven ante la presencia o ausencia de oxígeno en el medio que las rodea.
En párrafos anteriores se mencionó que los vegetales realizan el intercambio de gases a través de los estomas. Los estomas (del griego: “stoma” = boca) son dos grandes células oclusivas rodeadas de células acompañantes, que dan lugar a pequeños poros en las hojas de las plantas. Se localizan en ambas caras de la hoja, aunque en general hay mayor cantidad de estomas en la cara inferior (envés). La separación que se produce entre las dos células regula el tamaño total del poro. Por medio de los estomas se produce el intercambio gaseoso con el medio ambiente. El oxígeno y dióxido de carbono son intercambiados con la atmósfera a través de estos poros, permitiendo que se desarrollen los procesos de fotosíntesis y respiración de las plantas. Sin embargo, su apertura también provoca la pérdida de agua en forma de vapor, a través de un mecanismo denominado transpiración. Es por ello que la apertura o cierre de los estomas está cuidadosamente regulada por factores ambientales como la luz, la concentración de dióxido de carbono o la disponibilidad de agua para las plantas. Los estomas se abren cuando la intensidad de la luz aumenta, y se cierran cuando disminuye.
-Respiración aerobia o aeróbica: hace uso del O2 como aceptor último de los electrones desprendidos de las sustancias orgánicas. Es la forma más extendida de respiración, propia de la mayoría de las bacterias y de los organismos eucariotas. Es por ello que a los seres que requieren de oxígeno se los llama aerobios.
-Respiración anaerobia o anaeróbica: no interviene el oxígeno, sino que se emplean otros aceptores finales de electrones, generalmente minerales. La respiración anaeróbica está presente en algunos organismos procariotas, en general habitantes de suelos y sedimentos, y de vital importancia en los ciclos biogeoquímicos de los elementos. Al no requerir de oxígeno se los denomina anaerobios. Algunas especies de bacterias, denominadas facultativas, se adaptan y sobreviven ante la presencia o ausencia de oxígeno en el medio que las rodea.
En párrafos anteriores se mencionó que los vegetales realizan el intercambio de gases a través de los estomas. Los estomas (del griego: “stoma” = boca) son dos grandes células oclusivas rodeadas de células acompañantes, que dan lugar a pequeños poros en las hojas de las plantas. Se localizan en ambas caras de la hoja, aunque en general hay mayor cantidad de estomas en la cara inferior (envés). La separación que se produce entre las dos células regula el tamaño total del poro. Por medio de los estomas se produce el intercambio gaseoso con el medio ambiente. El oxígeno y dióxido de carbono son intercambiados con la atmósfera a través de estos poros, permitiendo que se desarrollen los procesos de fotosíntesis y respiración de las plantas. Sin embargo, su apertura también provoca la pérdida de agua en forma de vapor, a través de un mecanismo denominado transpiración. Es por ello que la apertura o cierre de los estomas está cuidadosamente regulada por factores ambientales como la luz, la concentración de dióxido de carbono o la disponibilidad de agua para las plantas. Los estomas se abren cuando la intensidad de la luz aumenta, y se cierran cuando disminuye.
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