Las algas verdes y las plantas constituyen un grupo monofilético,
cuya característica homóloga más sobresaliente es la presencia de
cloroplastos. Además, el antecesor hipotético de este grupo posee
características derivadas como la presencia en los cloroplastos de clorofila a y b, y otros pigmentos, presencia de tilacoides equidistantes y almidón como sustancia de reserva.
Pluricelularidad incipiente y avanzada
El linaje de las algas verdes presenta como
característica derivada más destacada la persistencia de la membrana
nuclear durante la mitosis. La mayoría son acuáticas. Pueden ser unicelulares muy simples, haploides, con reproducción sexual
o asexual, o multicelulares de gran complejidad, con ciclos
haplodiplontes y generaciones isomórficas o heteromórficas. Algunas
forman colonias o presentan una organización de tipo cenocítica.Uno de los linajes es el de las algas verdes, como las ulvofitas y las clorofilas; el otro está representado por las carofitas, las coleochaetofitas y las embriofitas, en las que la membrana nuclear se desintegra durante la profase mitótica. Tienen peroxisomas y células comunicadas por plasmodesmos. Las coleochaetofitas y las embriofitas poseen además tejido parenquimatoso y retienen el cigoto en sus organismos.
Fig. Árbol filogenético hipotético de la línea verde
La transición a la tierra
La transición desde el agua a la tierra ocurrió
durante el período Ordovícico. El ambiente terrestre ofreció ventajas
como la presencia de luz abundante y un medio más permeable a ciertas longitudes de onda; abundante CO2 con libre circulación y ausencia de otras formas de vida terrestre que compitieran por los recursos, en particular luz y CO2 y, por lo tanto, existencia de una enorme variedad de nichos disponibles.
Por otra parte, los organismos que colonizaron el
medio terrestre enfrentaron dificultades como la obtención y retención
de cantidades adecuadas de agua, una atmósfera cambiante alrededor de
las partes aéreas de las plantas, la necesidad de extraer agua y
nutrientes esenciales del suelo y lograr una fijación que permitiera el
crecimiento.
El antecesor inmediato de las plantas presentaba una alternancia de generaciones
heteromórficas bien definida. Ya en tierra firme, y en un momento
temprano, aparecieron nuevas adaptaciones que hoy son compartidas por la
mayoría de las plantas actuales. Por ejemplo, el desarrollo de órganos reproductores multicelulares, como gametangios y esporangios, y la retención del cigoto y el desarrollo del embrión dentro del arquegonio.
La aparición de las plantas terrestres fue un
factor de gran importancia en la disminución de la concentración
atmosférica de CO2 y, en consecuencia, en el descenso de la temperatura sobre la superficie terrestre.
El antecesor hipotético de las embriofitas podría
haber tenido características derivadas tales como órganos sexuales
femeninos (arquegonios) y masculinos (anteridios) y un ciclo de vida con
una fase, en la que un esporofito diploide multicelular depende, al menos en un comienzo, de un gametofito haploide y presentan epidermis recubierta por una cutícula.
Fig. Relaciones filogenéticas hipotéticas entre las embriofitas
De poros simples a estomas
Del linaje de las embriofitas emergieron dos
grupos principales: las hepáticas (marcantiofitas), con poros simples, y
el resto de las plantas (estomatofitas), con verdaderos estomas.
Las hepáticas poseen elaterios, se desarrollan
en medios húmedos y tienen rizoides unicelulares en lugar de raíces.
Presentan alternancia de generaciones y predomina la fase haploide. Sus
anteridios y arquegonios se desarrollan en la parte superior del
gametofito. La reproducción asexual se produce por fragmentación o gemación.
Tallos incipientes y tallos conductores
Las estomatofitas originaron dos linajes: las antocerofitas y las hemitraqueofitas. Las antocerofitas tienen tallos incipientes, no conductores, células con un cloroplasto muy grande y un gametofito con aspecto de tallo lobulado, ramificado, del cual nacen numerosos esporofitos.
Las hemitraqueofitas reúnen a los musgos (briofitas), con un sistema de conducción limitado de agua y azúcares, y a las plantas vasculares (traqueofitas), con verdaderos vasos conductores.
Las características derivadas más destacadas de
los musgos son la presencia de células transportadoras de azúcares y
células hidroides, posiblemente homólogas de los elementos de transporte
de agua de las traqueofitas, un gametofito con rizoides multicelulares y
pequeñas "hojas" agudas, una cápsula donde se forman las esporas, que
salen por un opérculo, y rizoides multicelulares.
Los musgos poseen alternancia de generaciones que se caracteriza por un gametofito más grande que el esporofito. Cuando la espora
haploide germina, forma una red que da origen a los gametofitos, en los
que se forman los anteridios y los arquegonios. Si hay suficiente
humedad, los espermatozoides nadan y se fusionan con la ovocélula. El
cigoto dará el esporofito, que permanece unido al gametofito y depende
de él para su nutrición. La meiosis ocurre en el esporofito y genera esporas haploides. La reproducción asexual ocurre por fragmentación.
Fig. Ciclo de vida de un musgo
Comienza con la liberación de esporas de la cápsula, que se abre
cuando se expulsa una pequeña tapa, el opérculo (arriba a la derecha).
La espora germina y produce un protonema filamentoso ramificado, a
partir del cual se desarrolla un gametofito foliáceo. Los
espermatozoides, expulsados del anteridio
maduro, son atraídos al arquegonio donde uno de ellos se fusiona con la
ovocélula y produce el cigoto. El cigoto se divide por mitosis y forma
el esporofito. Al mismo tiempo, la base del arquegonio se divide y forma
la caliptra
protectora. El esporofito maduro consiste en una cápsula que puede
estar sostenida por un pedicelo -que es también parte del esporofito- y
un pie. La meiosis ocurre dentro de la cápsula y da por resultado la
formación de esporas haploides. En este musgo, los gametofitos llevan
tanto anteridios como arquegonios. En otras especies, un solo gametofito
puede llevar anteridios o arquegonios, pero no ambos.
Vasos conductores: las traqueofitas
Las plantas terrestres adquirieron dos innovaciones tempranas muy importantes: un cilindro central de tejido vascular dentro del tallo y la raíz. El tejido vascular
se especializó en la conducción de agua y sustancias disueltas hacia la
parte superior del cuerpo; la raíz permitió la fijación de la planta y
la absorción de agua y nutrientes esenciales.
El sistema conductor de las traqueofitas modernas consta de dos tejidos diferentes. El xilema, formado por traqueidas y vasos, transporta agua e iones de las raíces a las hojas. El floema, formado por las células cribosas, lleva sacarosa y otros productos de la fotosíntesis a las células no fotosintéticas de la planta.
En las plantas terrestres aparece también la
hoja de estructura compleja, especializada en la fotosíntesis. Estas
hojas pueden ser simples extensiones del tallo con un solo cordón de
tejido vascular (micrófilo) o consistir en una lámina con un complejo sistema de nervaduras (megáfilo). Sólo las licofitas poseen una simple extensión del tallo con un solo cordón de tejido vascular (micrófilo).
Sin semillas y con semillas
Las plantas con megáfilos dieron origen a dos
linajes. Uno de ellos está formado por helechos y equisetos que no
producen semillas; en el otro grupo, las espermatofitas, aparece la semilla, estructura que se convirtió en una de las más importantes novedades evolutivas de las plantas terrestres.
Los helechos probablemente no constituyen un
grupo monofilético. Sus características derivadas más importantes son la
presencia de una hoja compuesta (fronde), con folíolos dispuestos de un
lado y otro de un eje central, hojas jóvenes, enrolladas en espiral,
que se desenrollan al crecer gametofitos pequeños y fotosintéticos con
rizoides pluricelulares y anteridios formados a partir de una célula superficial y con una célula apical que actúa como opérculo.
Los helechos viven en zonas húmedas. Tienen
tallo subterráneo y no poseen crecimiento secundario. Sus hojas suelen
estar divididas en folíolos y tienen una alta relación
superficie-volumen, que los hace colectores de luz muy eficientes. La
generación que domina es el esporofito. El gametofito es independiente
para su nutrición y puede asociarse con hongos.
Algunas de las características derivadas del
antecesor hipotético de las espermatofitas son la presencia de un tallo
con crecimiento secundario, ramificaciones a partir de brotes en las
axilas de las hojas y óvulo formado por el gametofito femenino, la sustancia nutritiva y el tegumento.
Después de la fecundación, el óvulo se transforma en semilla. El gametofito masculino (grano de polen) es muy reducido y desarrolla un tubo polínico que crece hasta el gametofito femenino.
Semillas con protección y sin ella
Las espermatofitas se dividen en cuatros clados.
Tres de ellos, las coniferofitas, las gingkofitas y las cicadofitas, no
forman flores y tienen semillas sin protección. El cuarto clado, las antofitas, tiene flores y semillas que se forman dentro de un fruto. En la clasificación tradicional, las gimnospermas incluían a las coniferofitas, las gingkofitas, las cicadofitas y las gnetofitas, pero en la actualidad este grupo se considera parafilético.
Las coniferofitas tienen tallos y raíces que crecen en grosor debido al crecimiento secundario. Sus características derivadas más
destacadas son la presencia de estructuras reproductoras masculinas y
femeninas en conos, óvulos en la cara superior de las escamas del cono
femenino y gametos masculinos que son conducidos por el tubo polínico
hasta la ovocélula.
Fig. Ciclo de vida del pino
Las estructuras reproductoras son los conos, dentro de los cuales
se forman las esporas sobre las escamas. Las microsporas se desarrollan
a partir de las células madre
de las microsporas, y las megasporas, a partir de las células madre de
las megasporas. Las microsporas desarrollan granos de polen, que son
gametofitos masculinos inmaduros. Dentro de los óvulos, las megasporas
desarrollan un gametofito femenino; cada gametofito femenino contiene
varios arquegonios, cada uno con una ovocélula. Aunque más de una
ovocélula pueda ser fecundada, habitualmente sólo se desarrolla por
completo un embrión en cada gametofito femenino. Los gametos masculinos
inmóviles son llevados al arquegonio por el tubo polínico y la ovocélula
es fecundada. Después de la fecundación, el óvulo madura y forma la
semilla; la semilla consiste en el esporofito embrionario rodeado por el
tejido nutritivo del gametofito femenino y una cubierta externa
derivada de las capas protectoras (tegumento) del óvulo. Cuando la
semilla madura, el cono se abre y libera las semillas aladas que caen al
suelo y germinan. Así se produce la plántula. Ambos tipos de conos se
desarrollan en el mismo esporofito maduro.
Las antofitas son plantas terrestres, algunas de
las cuales volvieron al medio acuático. Presentan dos estructuras que
las distinguen del resto de las plantas: la flor y el fruto. Sus características derivadas más
destacadas son la presencia de flores complejas compuestas en general
por cuatro series de piezas, el óvulo, que se convertirá en semilla,
protegido por un carpelo cerrado que formará el fruto, el grano de polen reducido con tres núcleos, el gametofito femenino reducido que forma el saco embrionario, la doble fecundación
particular, la madera compleja, con vasos y fibras con células cuya
pared gruesa actúa como sostén y floema con células acompañantes, que
ayudan a la circulación de los azúcares.
Fig. Ciclo de vida de una angiosperma
Dentro de la antera de la flor, las células madre de las microsporas se dividen por meiosis originando, cada una, cuatro microsporas haploides. El núcleo de cada microspora
se divide luego por mitosis y la microspora desarrolla un grano de
polen bicelular, que es un gametofito masculino inmaduro. Una de las
células se divide nuevamente, en general después del desarrollo del tubo
polínico, lo cual da por resultado tres células haploides por grano de
polen: dos gametos masculinos inmóviles y la célula generadora del tubo
polínico. Dentro del óvulo, una célula madre de la megaspora
se divide por meiosis y forma cuatro megasporas haploides. Tres se
desintegran; la cuarta se divide por mitosis y da lugar al saco
embrionario -el gametofito femenino-, que consiste en siete células con
un total de ocho núcleos haploides (la célula central grande contiene
dos núcleos, los núcleos polares). Una de las células más pequeñas, que
contiene un solo núcleo haploide es la ovocélula. El polen germina sobre
el estigma produciendo un tubo polínico que crece a través del estilo hasta el ovario.
El tubo polínico en crecimiento penetra en el óvulo a través de una
pequeña abertura, el micrópilo. Los dos gametos masculinos inmóviles
pasan a través del tubo al saco embrionario; el núcleo de un gameto
masculino fecunda a la ovocélula. El otro se fusiona con los núcleos
polares y forma una célula triploide (3n) que se desarrolla en un tejido
nutritivo, el endosperma.
El embrión pasa por sus primeras etapas de desarrollo mientras aún se
encuentra dentro del ovario de la flor; el ovario mismo madura y se
transforma en fruto. La semilla, liberada del esporofito materno en
estado latente, finalmente germina y forma una plántula.
La polinización
entomófila resultó más eficiente que la anemófila. En ese camino
adaptativo fueron seleccionados favorablemente los nectarios y los
osmóferos que atraían a los insectos polinizadores. Las plantas con flor
y ciertos grupos de insectos son los protagonistas de uno de los casos
más impresionantes de coevolución.
Es posible encontrar cuatro tendencias principales en la evolución de la flor: reducción
en el número de piezas florales, fusión de piezas florales, elevación
de las partes florales libres por encima del ovario y cambios en la
simetría, de radial a bilateral.
El ovario maduro se convierte en fruto y
contiene las semillas. Hay distintos tipos de frutos, adaptados a muchos
mecanismos de dispersión diferentes.
Otro factor que contribuyó al predominio de las angiospermas fue la evolución de sustancias tóxicas o de "mal sabor", que actúan como defensas contra los depredadores.
http://curtisbiologia.com/node/303
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